Continuará en el futuro sin que podamos prever su frecuencia ni intensidad
Los datos de telescopio acumulados desde el siglo XVII, así como la historia de la Tierra escrita en los hielos de Groenlandia y la Antártida, han permitido establecer que las tormentas solares que estamos conociendo en las últimas semanas son las más intensas de los tiempos modernos: se han multiplicado desde 1940 y no tienen precedentes en los últimos 1.150 años. Esta agitación solar, que perturba las telecomunicaciones y el suministro eléctrico, al mismo tiempo que provoca auroras boreales, continuará en el futuro sin que podamos prever su frecuencia ni intensidad. Por Eduardo Martínez.

El Sol atraviesa un período de actividad que no tiene
precedentes en los últimos 1.150 años y que se ha ido intensificado desde 1940,
por lo que las perturbaciones que esta actividad ocasionan en la Tierra
seguramente van a continuar produciéndose en el futuro, según el geofísico Ilya
Usoskin, que ha reconstruido la historia de las tormentas solares de los
últimos mil años.
La actividad solar de los últimos días ha sido
considerada por el doctor Brekke, del observatorio SOHO, como la más intensa de
los tiempos modernos. Ha originado sensibles perturbaciones en los sistemas de
telecomunicaciones y de navegación, así como ha provocado auroras boreales debido
a la agitación en la ionosfera de los protones procedentes del Sol.
La historia de las tormentas solares ha podido
reconstruirse calculando el número de manchas presentes en la superficie del
Sol. El equipo de Ilya Usoskin, de la Universidad finlandesa de Oulu, y sus
colegas del Instituto Max Plank de Alemania, se apoyaron en los datos
recaudados por los astrónomos desde principios del Siglo XVII, cuando se
inventó el telescopio, para confeccionar esta historia.
Asimismo, analizaron hielo de Groenlandia y de la
Antártida para descubrir la concentración de berilio-10 en la atmósfera a lo
largo del tiempo, ya que cuanto más activo está el Sol, más disminuyen las
concentraciones de berilio-10, un isótopo que se puede encontrar en nuestro
planeta cuando los rayos cósmicos de alta energía impactan la atmósfera
terrestre.
Con los datos de ambas fuentes en la mano, descubrieron
que el número de manchas solares visibles desde 1940 es mucho más intenso que
el que existió en los mil años anteriores, y así lo explican en un artículo
publicado en la Physical Review Letters.
Corazón de hierro
Las manchas solares, apreciables en la superficie del
astro, son buenos indicadores de la actividad que se desarrolla en el interior
del Sol, donde existe un intenso campo magnético originado por la rotación
sobre sí misma de la enorme masa de gas que integra su estructura.
Este campo magnético interno participa en la formación de
las erupciones solares que envían a la Tierra masas de rayos y partículas
cargadas eléctricamente, que son las que perturban los sistemas eléctricos y la
actividad de los satélites. Otra teoría sitúa el origen de estas tormentas en
el “corazón de hierro” del Sol.
Dado que estas erupciones solares duran generalmente
muchos días, y que el Sol tiene una rotación de 28 días terrestres, diversos
planetas quedan expuestos a las perturbaciones que estas erupciones propagan
por el Universo.
Según los datos recogidos por el satélite SOHO, que
orbita al astro rey, en el momento de la erupción el Sol brilla 100 veces más
en rayos X, en relación con la media habitual, en el espectro electromagnético.
El satélite ha llegado a filmar la poderosa ola de protones que acompaña a una
tempestad magnética.
Estos episodios de la vida del Sol ocurren
esporádicamente y son difíciles de prever en frecuencia y actividad, ha
advertido la ESA, por lo que representan un problema para nuestras tecnologías
a pesar de los 150 millones de kilómetros que separan a la Tierra del astro.
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